Bitácora del viajero del viento

viernes, marzo 30, 2007

Fin de semana de esqui en Wisconsin


Después de decidir que iríamos a Colorado a esquiar, hubo unos cuantos amiguetes de Chicago que pasaron del plan por demasiado caro. Y plantearon la alternativa de esquiar en Wisconsin un fin de semana. Como a algunos nos da igual donde, mientras tengamos calzada la tabla, pues me apunté con el grupo a la excursión de esquí al corazón de Wisconsin.
Que decir de las maravillosas montañas de Wisconsin? Quizá que no son montañas! Wisconsin es el estado adyacente a Illinois por el norte. Es llano, frío y despoblado. Pero tienen tanta nieve, que allá donde tienen una cuestecilla con mas de 80m de desnivel, pues te montan una estación de esquí!
Salimos de Chicago seis españoles a eso de las 6 de la tarde en un día feo y muy lluvioso. Teníamos tres horas por delante de furgoneta (alquilamos una mini-van para los 6). Un viaje divertido, donde nos dedicamos a contar nuestras respectivas vidas, que hizo que se nos pasara el tiempo volando. Llegamos a New Glarus, un pueblito fundado por unos colonos suizos, y nos dimos cuenta que nuestro hotel parecía sacado del medio de los Alpes (aunque en realidad, estaba en medio de una llanura).



Este era nuestro hotelito suizo en "Swissconsin".




Dormimos bien, nos tomamos un desayuno de los tremendos y salimos hacia las pistas. Un día caluroso, soleado, con todo el paisaje nevado. Tardamos una media hora en llegar a nuestro destino de esquí, la maravillosa estación de Tyrol Basin. 100 metros de desnivel, tres telesillas y un telesquí, una caseta de alquiler y un bar. Suficiente. A pesar del tamaño, la estación tenia un snow park que no encuentras en casi ninguna estación en España.
Esquiamos un ratito, la nieve estaba buena, pero las pistas las bajábamos en 6 giros. En una hora ya nos habíamos hecho la estación entera, y la nieve estaba empezando a ponerse sopa. Paramos a tomarnos unas birras, volvimos a esquiar, pero la nieve estaba tan mala por el calor, que nos volvimos a la terraza a comer unas hamburguesas. Con la tripa llena, volvimos a pistas y enseguida se hizo de noche. Resulta que en algunas de estas estaciones pequeñas, puedes esquiar hasta las 10 de la noche porque las iluminan. Nosotros preferimos irnos a la cafetería a tomarnos un café calentito, que ya estaba refrescando. David y yo volvimos a probar el esquí nocturno, y la nieve se había transformado en hielo. Genial, nos hicimos un par de bajadas como balas!




Una de las pistas de la estacion.






Aqui se puede ver el "snow park" de la mini-estacion.





Pasamos casi mas tiempo en la cafeteria que en las pistas. Sentados al sol estabamos de cine.





La estacion tenia un tamaño optimo para poder ser iluminada. Aqui se nos ve esquiando por la noche.





De ahí, cansados y magullados (yo tenía un golpe fuerte en el hombro por saltar en el Big Jump) nos volvimos al hotel suizo. Lo mejor del hotel era la piscina, sauna y Jacuzzi. Esto me recordó a mis esquiadas en Austria, que siempre iban acompañadas de Jacuzzi.
Para acabar el magnífico día, nos fuimos a tomar una fondue a un restaurante local. Viva Swissconsin!



Despues del esqui, un ratito de Jacuzzi.





Nos fuimos a tomar una fondue suiza. Buenisima.





Al día siguiente, recogimos todo y nos fuimos a otra estación de esquí que me habían recomendado, Devil’s Head. Esta tenia un poquito mas de desnivel, 152 metros, y una pista mas larga. Lo malo es que la nieve se puso malísima enseguida y mi tabla alquilada tenia de todo menos cera. Acabamos tomando el sol y comiendo una buena pizza.




Aqui estamos todo el grupito en lo alto de Devil's Head.





Se puede ver el desnivel de la estacion al fondo. Y la llanura.





Al final, la nieve estaba tan mala, que acabamos comiendo una pizza y tomando el solete.




Como terminamos pronto el esquí, pensamos en parar en Madison, la capital de Wisconsin para visitar su pequeño capitolio. Fue gracioso, pasear, comer y tomar un café gritando en español, con la ropa de esquí y el forfait colgando. Llamábamos la atención.



El capitolio de Madison.





En medio de Madison, turisteando con ropa de esqui.





A eso de las 9 llegamos a Chicago, con música española en el CD, y todos bastante cansados.
Lo mejor del viaje no fue el esquí ni la nieve ni el buen tiempo. Lo mejor fue el buen rollo que tuvimos todos los compañeros de viaje que hizo que pasáramos el fin de semana sin parar de reír.

martes, febrero 27, 2007

Mis primeras vacaciones: Miami

Después de varios días sin superar los -11 grados, y con Gaby ya en Miami después de su visita a Chicago, no veía la hora de montarme en el avión para llegar al calorcito de Florida.
La ley de Murphy hizo que precisamente el día que volaba me pusieran una reunión en Minneapolis. Tuve que coger un avión a primera hora y, con un compañero de trabajo, asistir a dicha reunión. Llegamos a Minneapolis con la agradable temperatura de -22 grados. Típicos retrasos de aeropuerto nos hicieron llegar tarde a la reunión. Al final me tuvieron que llevar al aeropuerto a toda prisa para estar en Chicago a tiempo de coger el vuelo a Miami. Con las prisas, me dejé la cartera en el coche que mi compañero había alquilado. Bravo Alberto, a intentar coger dos vuelos con sólo el DNI, iba sin dinero, sin tarjetas de crédito,.... Pero fue suficiente. Ese vuelo fue increíble debido a la ola de frío que estaba azotando la región. El aeropuerto, una pista de hielo, pero lo más impresionante fue ver el lago Michigan congelado desde el aire. Llegué a Chicago, hice unas llamadas para resolver el tema de la cartera, y me dispuse a volar a Miami.


El aeropuerto de Minneapolis era una pista de hielo.



Esto que veis es la bocana de uno de los puertos de Chicago que dan al lago. El puerto congelado, la costa congelada, un poquito de agua líquida... y el lago Michigan congelado. Impresionante.




Aterricé en Miami a las 10 de la noche, tras 3 horitas de vuelo. De -17C a +24C, genial.
Gaby y su prima Steph me vinieron a recoger, enseguida llegamos a casa de los tíos de Gaby donde su tía Annie tenia preparada la cena. Yo estaba muerto de hambre después de no haber tenido tiempo de comer y de no tener un chavo.
El jueves amaneció un día radiante. Estuve ayudando a Gaby con todas las cajas que tenía en Miami de su época en los USA y que quería enviar a Quito y, por la tarde, nos fuimos a ver el Fairchild Garden. Había una exposición de un artista de Seattle que hace esculturas de vidrio y estaban desperdigadas por todos los rincones del parque botánico que era espectacular. Steph nos consiguió pases especiales y disfrutamos viendo plantas tropicales de todos los tipos.




Aquí se ve el jardín botánico con sus palmeras, etc... y las esculturas de vidrio.






Esculturas de vidrio con formas vegetales entre especies tropicales.






El viernes tocó excursión a los Everglades. Me moría por ver caimanes y nos hartamos de ver lagartos, aves, tortugas y todo tipo de bichos. El clima acompañó y estábamos cerca de los 30 grados con un sol radiante. Decidimos alquilar una canoa y remar por el parque nacional para ver los cocodrilos de cerca. Justo cuando estábamos a punto de devolver la canoa, vimos a unos señores gritándonos: left left!, y resulta que a un metro de la canoa había un bicharraco que si llega a abrir la boca podía usar el remo de palillo de dientes. Es curioso que yo iba alucinando con todos los bichos que podiamos encontrarnos (esto en Espana no pasa) y en cambio Gaby, acostumbrada a la naturaleza de Ecuador, estaba tan normal, como si los animales le dieran igual.




Aqui se ve a Gaby con un cocodrilo que esperemos que no tenga mucha hambre.




Unos cuantos amigos tomando el sol.




Momento aventura en la canoa.



El sábado por la mañana nos fuimos Steph, Gaby y yo a pasear por el mercado de Coral Gables. Coral Gables es donde viven los tíos de Gaby. Está al sur de Miami, muy cerquita del aeropuerto y es una zona preciosa, llena de mansiones con grandes jardines, un campo de golf, un hotel antiguo, y muy muy tranquilo.
Nos tomamos un café con pastas en el mercado con unos amigos de Steph. La temperatura seguía siendo increíble y el sol picaba desde la mañana. De ahí nos juntamos con la tía de Gaby (Annie) y nos fuimos a hacer turismo por la ciudad. Primero pasamos por Coconut Grove y después fuimos a Key Biscayne (Cayo Vizcaíno) que me encantó. Barrios residenciales con casas de ensueño, puentes, playas maravillosas. Paramos en una playa y me pude dar un chapuzón, el agua estaba tibia (mes de febrero, océano atlántico) además de limpia (cristalina).




Viva el trópico. Dos días antes estaba a -22!.



Gaby con su tia y con su prima que me trataron fenomenal.



De Key Biscayne fuimos a South Beach. En el camino pudimos ver Miami Downtown o Midtown que no tenía nada que ver con Chicago downtown. Estaba todo en construcción. Una vez en South Beach, nos dimos una vuelta por una calle comercial llamada Lincoln Road. Comimos, conversamos, nos reímos mucho y se nos hizo la hora de volver a casa. De ahí nos fuimos todos a cenar Sushi. Fuimos a un sitio que tenían un sushi excelente. Fue increíble ver como el tío de Gaby (Uncle Rick) hablaba en japonés con la camarera y con el dueño del restaurante (vivió algunos años en Japon…).



Downtown Miami.



Atardecer.



Y el domingo fue casi todo despedida. Un desayuno de ensueño, y a hacer maletas. Nos llevaron a Gaby y a mí al aeropuerto y allí nos despedimos.
Como podéis comprobar, lo he pasado muy bien en Miami. Tengo que agradecer la hospitalidad de los tios de Gaby que me trataron de forma excelente. Espero tener oportunidades de escaparme del trabajo y de Chicago más a menudo… tengo todo un continente por descubrir!




jueves, julio 20, 2006

Ya tengo piso

Con este post quiero comenzar la segunda era de este blog. La era definitiva, y es que, señores, ha llegado la hora de mi estancia definitiva en los Estados Unidos.
Y aquí me encuentro, después de haber aterrizado en Chicago un 7 de julio. El primer momento en entrar en la oficina fue algo extraño, los compañeros de allá nunca podrían imaginarse el contraste que suponía el haber estado en plenos Sanfermines 15 horas antes.
En el hotel, me fui pronto a la cama porque estaba agotado de toda la semana preparando la mudanza y el viaje, y la sensación que tenía es que éste era uno más de mis viajes de trabajo a Chicago y que en cuestión de 8-10 días volvería a estar en España.
Los días me han ido acercando a la realidad, hay mucho que hacer en la oficina, y fuera de ella todavía más. Ordené mis prioridades, “necesito un piso”, prioridad máxima ya que la reserva del hotel era de una semana. Un pisito en la zona céntrica de Chicago, de una habitación, cerca del metro, cerca de la playa, que pueda ir andando al trabajo y que tenga vistas espectaculares. “De esos tiene que haber cientos, visto la cantidad de rascacielos de viviendas que hay por aquí” pensé. Cientos había, libres casi ninguno. “Hasta mediados de Agosto no tenemos pisos de una habitación libres” era la respuesta que me encontraba por todos los sitios. Vaya, pues lo de las vistas ni me lo planteo.
Me dediqué a buscar por los condominios dentro de la zona que todo el mundo me recomendaba. Esto de los condominios es una manera de invertir en vivienda. Un promotor construye todo un bloque (en muchos casos rascacielos) y dota al bloque con servicios comunes tipo gimnasio, mantenimiento de los pisos, portero 24 horas, sala de internet, lavandería, parking… Pone a la venta las viviendas y los propietarios las habitan o las dejan en alquiler. Dentro del propio edificio hay una agencia de leasing que controla el alquiler de todas aquellas viviendas no ocupadas por los propietarios. Por lo que yo veía un edificio que me gustaba y directamente iba a la agencia de leasing y preguntaba por un apartamento de una habitación para esa misma semana. Como la fecha de abandonar el hotel se iba acercando y no me ofrecían otra cosa que estudios (apartamentos de dos piezas, un baño y una cocina-salon-dormitorio) acabé encontrando un edificio que me aseguraba recolocarme en un apartamento mayor en el plazo de 30 días. “Bueno, por lo menos tengo un sitio donde quedarme”. Me dieron su página web y allí encontré otro de la misma compañía que me ofrecía lo mismo, pero los servicios de éste último eran mucho mejores.

Mi casa, el One Superior Plaza
Este es el rascacielos que me gustó. Vivo en el piso 51, el segundo por arriba. Se ve mi terraza.



Como ya tenía uno en la mano, me tiré de la moto: “Estoy buscando un piso lo más arriba posible y con vistas sur a la ciudad”. “Tenemos un pequeño estudio en el piso 51 que mira al sur, y si quiere uno mayor, el 6 de agosto le podemos recolocar en la misma planta en uno de una habitación”. Me enseñó el edificio… gimnasio enorme, sala de Internet, cafetería privada con tele plana, piscina con solarium, supermercado en la planta baja, parking… genial. Subimos al piso, y aunque era enano, las vistas eran INCREIBLES, de quitar el hipo. Además, lavadora y secadora (lo normal aquí es no tener lavadora) cocina y baños nuevos, balcón exterior privado (tampoco todos lo tienen). Y entraba en el presupuesto. “Me lo quedo”. Y aquí estoy escribiendo desde mi terracita, con la torre Sears mirándome a ver qué escribo de ella (todavía no le toca).


Vistas mediodía
Estas son las vistas, se ve todo el centro de la ciudad




Vistas ocaso
Al atardecer, se iluminan las primeras luces, y el panorama todavía mejora




Torre Sears
Así se ve la torre Sears



Realmente no fue tan sencillo. Fue difícil convencerles para que me dejaran firmar el contrato de lease. Un extranjero, sin numero de la seguridad social (en trámite), sin cuenta de banco ni historial de crédito que puedan comprobar, es un inquilino con gran potencial de impago. Tuve que reunirme tres veces con ellos (1 hora de distancia desde mi hotel) y hablar el lenguaje de la VISA porque no había manera. Todavía no he conseguido poner la electricidad a mi nombre, por los mismos motivos, cualquier día me cortan la luz. Gracias a que mi compañero de trabajo me ha dejado un enorme colchón inflable (american size) y me llevó a IKEA para que por lo menos pudiera tener cubiertos, sartenes y toalla de baño y puedo sobrevivir.


Mi salon-dormitorio
Esta es la cama inflable, enorme ¿no? Tiene un motorcito acoplado para un inflado automático.




El baño
Baño IKEA. El naranja está de moda.




Cocina
Y esta sería la cocina americana.



Ahora estoy viviendo con mis cajas (que no quiero deshacer hasta que no me mude en agosto de manera definitiva) a una hora del trabajo y sin crédito disponible en ninguna de mis dos Visas. Pero estoy feliz, tengo mi casita con vistas, puedo comer, puedo dormir, (a veces le robo Internet Wi-fi al vecino) y en cuanto llegue fin de mes y me liquiden los créditos, me liaré a comprar muebles y demás historias. Es cuestión de tiempo y todo el que ha llegado nuevo a un sitio empezando de cero se ha encontrado en una situación similar.
A ver si os animáis a venir, que el sitio promete. Diego y Guada son los primeros en visitarme (vienen la primera quincena de agosto). Espero que después de ver las fotos a más de uno le pique el gusanillo de venir y disfrutar de todo lo que esta ciudad ofrece.

lunes, mayo 08, 2006

Aquí si hay playa

Hoy, primer domingo de mayo, en honor de todas las madres del mundo, ha salido un día precioso en la ciudad del viento. Y yo, en mi papel de descubridor de una ciudad que pronto será mi lugar de residencia, he optado por acercarme a la playa.
Sí, a la playa. Porque Chicago, a miles de kilómetros de cualquier mar océana, tiene playa. El lago Michigan es tan enorme que se disfraza de mar, le falta el aroma, las olas y las mareas, pero da el pego.

Olas lago Michigan
El lago tiene olas, bueno... olitas. Y nada de mareas.



Es curioso ver cómo se mezclan aquí el césped de los parques, la arena de la playa, el asfalto de la autopista y el cemento de los rascacielos. Todo junto.
Son playas pequeñas (hay varias) pero ideales para hacer deporte, se ve gente corriendo, en bici, en patines, con balones de fútbol, jugando al Beach Volley, con frisbees...
Os dejo unas fotos para que empecéis a contar con Chicago como lugar de playa.


Beach Volley Chicago
Aquí se ven las redes de Volley.




Navy pier al fondo
Gente tomando el sol en este precioso primer domingo de Mayo.




Oak beach y torre Hancock
Hay playas hasta en el centro de la ciudad. Increíble.




Vista norte
Y las playas siguen hacia el norte.



¡El que venga que se traiga bañador y sandalias!

miércoles, abril 12, 2006

Fin de semana en Washington DC

La semana después de mi cumple, la he pasado en Chicago. Por fin he empezado con los temas que me van a ocupar durante los próximos años, y la verdad es que tienen buena pinta. He podido convivir con mis compañeros de trabajo, que han resultado ser muy simpáticos y que me han sacado por ahí a cenar.
El fin de semana me negaba a pasarlo sólo en el hotel y por eso planeé una visita a Iñaki y Ayatima. Me hacía muchísima ilusión verles y salir por primera vez a hacer turismo por los Estados Unidos, ya que lo único que había visto era Chicago y algunos pueblos perdidos del estado de Illinois donde estamos planeando hacer un parque eólico.
Este fin de semana no era el idóneo para ver Washington DC ya que se celebraba la fiesta primaveral del Cherry Blossom o florecimiento de los cerezos. Los parques donde se encuentran la mayoría de los monumentos de Washington, los llamados Memorials o monumentos conmemorativos, se encuentran llenos de cerezos que florecen todos a la vez. Miles de personas acuden a pasear entre los cerezos en flor y aquello acaba llenísimo de gente con los consecuentes empujones, atascos y fotos invadidas.

Memorial Jefferson
Se pueden ver los cerezos en flor a la orilla del lago

El viernes llegué tardísimo al aeropuerto Ronald Reagan, y allí estaban los dos esperando con su cámara nueva haciendo fotos como locos. Fue llegar a casa de Iñaki y encontrar un pedacito de España en Alexandria, estado de Virginia. Televisión Española Internacional me puso al corriente de la que había liado nuestro amigo José Luis Torrente y sus secuaces en Marbella. ¡Menudo pollo!
Dormí plácidamente en el sofá-futón-camadematrimonio que tienen Iñaki y Ayatima para sus huéspedes. Al día siguiente, tras skypear un rato con Aritz y Amaya, nos fuimos al “Mall” un enorme parque Boulevard que une el Capitolio con el Obelisco.

Capitolio
El capitolio de fondo para que nadie piense que es San Francisco


Allí se pueden encontrar varios museos pertenecientes a la Institución Smithsonian. Entramos al museo del Aire y del Espacio y eso era precisamente lo que no había, aire y espacio, porque en cada hueco del museo habían metido un avión, un satélite, un misil o un vehículo espacial. Me hice una foto con el verdadero Apolo XI y toque un trozo de roca lunar.

Apolo XI
Este CACHARRO realmente estuvo en la luna (¿seguro?)


Después de un buen rato en el museo nos entró el apetito y nos fuimos a comer marranadas a la antigua Post Office. Iñaki y yo comimos un menú chino para llevar, y Ayatima una fajita mejicana.
Con el estómago lleno nos dimos un paseo para llegar hasta la White House, donde vive nuestro amigo Jorge Arbusto con sus ardillas. Me pareció un poco decepcionante, como si fuera algo pequeña, pero puede ser que tuviera la escala algo distorsionada en una ciudad donde todo es grande, extenso y amplio.

Casa Blanca
La Casa Blanca y su ardilla


De ahí nos fuimos a pasear por Georgetown (sí, ahí esta la universidad donde Aznar y su bigote imparten clases de política, Dios los cría y ellos se juntan, solo falta Blair dando clases de pronunciación). Georgetown es una de las zonas animadas de la ciudad (es decir, hay gente en la calle), hay un paseo al lado del río Potomac con terracitas, se estaba a gusto.
En Georgetown se nos hizo la hora de cenar y volvimos al centro. Habíamos quedado con Daniela, la hermana de Gaby que vive en Washington y que yo no conocía. Fuimos a cenar al restaurante Jaleo, de José Andrés y nos tomamos unas tapitas estupendas.

Jaleo
Aquí con cualquier cosita, todo el mundo contento. Arguiñano en Zarautz se lo tiene que currar más


Llegó la hora de salir de marcha y la zona elegida fue Morgan Adams. Entramos en un sitio que se llamaba Cuba Café donde solo se oía español. Musica latina, muy buen ambiente y unos mojitos buenísimos. Enseguida se nos hizo tarde y tuvimos que salir pitando porque esa noche cambiaba la hora y no podíamos arriesgarnos a perder el último metro.

Cuba Café
Con la hermana de Gaby tomando mojitos. Aquello no parecía Estados Unidos


Nos levantamos tarde al día siguiente, a excepción de Iñaki, que tuvo que madrugar porque tenía partido de fútbol al punto de la mañana, y nos fuimos de nuevo al “Mall”.

Obelisco
En cuanto a monumentos, los gringos nos llegan por aquí.


Durante todo el día estuvimos andando y viendo los distintos Memorials: el Obelisco, el de la IIª Guerra Mundial, el de Jefferson, el de la Guerra de Korea, el de Roosevelt, el de Lincoln,... Estaba todo llenísimo de gente y de flores, un día radiante (¡Nos tuvimos que echar crema para no quemarnos!). Merece la pena un buen paseo por todos estos monumentos (¡Y con los árboles floridos estaba espectacular!).

Lincoln
El presidente Lincoln tenía cara de loco.


Por la noche nos fuimos a Alexandria y paseamos por el puerto. También tenía terracitas y mucho ambiente, aunque llegamos algo tarde. Cenamos en un Tailandés, una comida algo más sana que las hamburguesas que comimos en Chicago, y rematamos la cena con un cafecito de Starbucks.
De vuelta a casa en el super Mazda de Iñaki y Ayatima, con techo solar y sin tapacubos.

Mazda
Qué raro se ve el coche de Iñaki con un Cadillac al lado ¿Qué preferís, Japón o USA?


Ha sido la primera reunión del comando Yankee, que tiene un prometedor futuro. La presidenta de esta facción es Dña. Ayatima Hernández, Iñaki es el secretario primero y yo soy el becario de honor.
Os aconsejo a todos que vengáis y os dejéis agasajar por esta encantadora parejilla. Yo tengo que agradecerles muchísimo porque me han tratado como a un príncipe de Bekelaer.

Casa
Aquí posan los dos delante de donde viven.


No me puedo despedir sin comentar que la banda sonora del fin de semana fueron los argentinos Miranda (Quiero ser tu profesooooooooorr...) Iñaki, por favor, un post en tu blog sobre Miranda.
¡La próxima vez espero que sea en Chicago!

martes, marzo 21, 2006

Qué lejos quedan los intercambios.

Acabo de recibir una impactante visión que me ha trastornado mi paz mañanera. Iba en el autobús hacia el trabajo, y cuando Pio XII gira hacia Avenida del Ejército, veo en la acera de la Vuelta del Castillo un grupo de chavalitas que iban con faldas demasiado cortas para los 7 grados de esta nubosa mañana. Me fijo mejor y veo que es un grupo de extranjeros, alemanes, diría yo. Me fijo mejor, y me doy cuenta que en la cabecera de la expedición sobresale una bigotuda y larga figura que me es algo familiar. ¡Era Herr Möhring! Herr Möhring era el profesor de español en el Colegio alemán con el que hacía intercambios nuestro colegio, el San Cernin. Sí, el que se picaba cuando le decíamos Moringo, el que invitaba a guapas estudiantes francesas a su casa en verano, el que se ponía ese ridículo sombrero y botas de Cow-boy con las que conquistó a una profesora de nuestro colegio (la Molestina),… Estaba igual que siempre, con sus alumnos del Paul Klee Gymnasium de Overath. Me he sentido mayor, y he sentido lo lejos que quedan aquellos tiempos del colegio (¡Fui a Alemania en 1992-93-94!). Benditos intercambios, y bendita juventud.

martes, marzo 14, 2006

Las dos Javieradas.

El sábado fue un día grande. Se celebraba la Javierada 2006, llamada “del quinto centenario” por motivos obvios. Después de que Brechas hubiera planeado una mega-costillada en las inmediaciones del castillo del Santo, el tiempo se vengó de que no le hubiéramos tenido en cuenta y nos ofreció un viernes de lluvia, frío y viento de esos que no te permiten estar seco ni quince minutos en la calle. La lista de bajas empezó a ser preocupante hasta el hecho de peligrar la excursión, pero al final, un selecto grupo de cinco decidimos afrontar lo que viniera, y nos preparamos para salir al día siguiente.
El sábado amaneció lluvioso y salimos bastante tarde y con pocas esperanzas de conseguir otra cosa que una buena empapada. Nos juntamos Mariaje, Silvia, Gabriela, Brechas y yo en dos coches. El plan era dejar a Brechas en Lumbier, para ir los otros cuatro a Javier, dejar un coche, y con el otro volver a Liédena y hacer los últimos 14 kilómetros de peregrinación. Para nuestra sorpresa, poco después de Monreal dejaba de llover, y antes de Loiti lucía el sol (sol que llevaba varios días sin aparecer por Pamplona). Brechas pidió que lo soltáramos en Loiti y así hicimos.

Los peregrinos
Aquí estamos los "peregrinos": Mariaje, Gabriela, Silvia y Brechas

Nos juntamos los cinco en Liédena, y desde allí nos separamos, Silvia y Mariaje decidieron ir por Yesa (Allí estaban Checho y Paula esperándolas) y Brechas, Gaby y yo fuimos por Sangüesa.


Biomasa
Gaby y Brechas pasando por delante de la planta de Biomasa que tiene Acciona Energía en Sangüesa

Caminamos hasta el cruce hacia Javier a un buen ritmo y bajo un solete muy agradable y a partir de ahí nos juntamos con el Via Crucis.

Viacrucis
Empezamos el Via Crucis con un solete estupendo

El ritmo cansino, las ganas de comer y el cambio de tiempo hicieron el último tramo algo más pesado, pero nada que ver con la sensación de agotamiento físico sentida en las Javieradas de verdad. Llegamos al Castillo para la misa Mayor con una lluvia fina. Había muchísima gente a pesar de las predicciones del tiempo y nos costó juntarnos con los demás.

Castillo de Javier
En Javier nos reunimos todos.

Fue una misa llena de cantautores que animaban a los presentes con sus oraciones cantadas. La canción que más nos impacto a Brechas y a mí fue la de un tal Valverde “Caminamos a la luz de Dios, caminamos”. Fue muy gracioso porque unas señoras que estaban a nuestro lado se emocionaron y se pusieron a cantar y a saltar con nosotros... le miraban a Brechas alucinadas.

Cantautores
Brechas y yo cantando y haciendo llover.

Después de la misa, hubo un momento de desencuentro ya que ante la prisa para evitar el atasco de salida, Brechas decía que no se iba sin comprarse un martillo de caramelo. Compró un martillo para cada uno y yo compré unas almendras garrapiñadas (buenísimas). Cogimos el coche y vuelta a Pamplona. Llegamos hacia las ocho de la tarde.

Así termina la Javierada de día, y empezó la de noche. La otra “Javierada” reunía a Javier Oficialdegui, Javier Luquin, Javier Manrique, Javier Morentin, Brechas y unos pocos más a cenar en la famosa peña sanferminera “La Mutilzarra”.

El día de los Javieres
Ese día los "Javieres" estaban "un nivel por encima" de los demás


Organizado todo por el soltero de oro, incipiente gestor de eventos de ocio y cocinillas de lujo, Ofi “el crápula”, quien consiguió la presencia de Mikel, Emma, Sandra, Miguel, Aitor, Chus, Casellitas, además de los peregrinos Silvia, Gaby y un servidor y la pléyade de Javieres.


Ofi Chef
Ofi, se encargó de la comida.

Lo que ocurrió en la Peña no creo que sea extraño para nadie. Había vino abundante, y como la comida de diseño que preparaba el Chef Ofi, se retrasaba, pues le dimos al vino a gusto (no había dos botellas iguales, imaginaos la mezcla). Yo me puse a cenar medio bolinga y no era el único.

Cenita con vino
En la cena también corrió el vino


Ofi nos preparó (si me equivoco, corregidme) de primero una ensalada de escarola con naranja y almendras fritas y de segundo un solomillo de cerdo a la manzana con cebolla confitada. Riquísimo. Después vinieron los “Ofi Shots”.

Ofi Shot
Un Ofi Shot(R) para TIIIII.


Sinceramente, no me atreví a probarlo (tenía que conducir después). Hubo un poco de salsa, de embrutecimiento, de subirse a las sillas y mesas, etc. Lo pasamos muy bien, y nos fuimos retirando poco a poco.


Bailando salsa
Nos estamos uniendo a la moda "Mira quién baila"...

Fue una lástima que Brechas no pudiera poner ese DVD de karaoke que me había prometido. La próxima vez será.
Creo que aparte de la cena de Navidad, habría que estandarizar la cena de la “Javierada” y repetirla cada año,… y que cada año cocine un “Javier” distinto…